Es un encuentro de amigos que esperamos con ansiedad cada primer sabado de febrero.

Estoy convencido que todos Uds. comprenderán, participarán y disfrutarán del espiritu fraternal del grupo "La Isla"

SEAN BIENVENIDOS !!!




lunes, 16 de enero de 2012

CUENTOS DE LA ISLA


Hay un proverbio africano que dice: ustedes tienen los relojes, nosotros tenemos el tiempo.
Uno de los momentos sublimes de "la isla" es la mañana, cuando comienza a despertar el día.
Es un momento de calma y tranquilidad, es el momento preciso que nos damos el espacio para estar donde queremos, para esperar la llegada de los participantes de una nueva jornada de amigos, sin tiempo y sin apuros.
De a poco van llegando de distintos lugares para confundirnos en un abrazo fraterno, para saber e interesarnos por la vida, la salud y el estado de estos compañeros que hemos despedido el año anterior con el compromiso de volver a encontrarnos en este mismo lugar, como ahora lo hacemos, como realmente lo disfrutamos, el primer sábado de febrero.
Marcelo es un tipo mas bien tímido, aunque no lo parezca, el tiene un personaje que saca en determinado momento bajo ciertas circunstancias, pero mientras ese personaje no aparece, Marcelo es una persona callada, diría que frágil, dócil y tierna, pero cuando toma un par de whisky se transforma.
Aparece su personaje sumamente divertido, comienza a hablar y ser protagonista de las reuniones. Realmente es muy gracioso y se nota en su rostro alegre y chispeante de ocurrencias. Se para sobre las mesas a bailar y a cantar alguna canción de moda y que seguramente se le quedo pegada de algún antro de la noche anterior de donde viene de reenganche.
En varias ocasiones Marcelo comenzó a dirigirse a Gianola en ataques verbales un poco subidos de tono.
El coronel Gianola, un tipo con experiencia, con mucha calle, acostumbrado al trato entre hombres, aprendidos seguramente desde la propia escuela militar cuando los cadetes van gastando bromas de todo tipo y hay que saberlas soportar.
Tal como nos describe el premio novel de literatura Mario Vargas Llosa, en "la ciudad y los perros" donde los internos reciben formación bajo una severa disciplina militar, se aprende a convivir con una vida alienante sometidos continuamente a humillaciones, no obstante a través de este sistema algunos encuentran la fortaleza necesaria para asumir sus retos.
La vida castrense donde se potencian valores determinados como agresividad, valentía, hombría, sexualidad, mutilan el desarrollo personal de los internados, sin embargo lo que no mata fortalece y hoy en Milton tenemos un ejemplo de un gran sobreviviente.
Gianola soportaba todo cuanto le dijera Marcelo, que al no encontrar resistencia iba cada vez mas lejos y se diriga al militar en términos como: torturador o depravado. Siempre en un tono de risa y buena onda pero Marcelo, evidentemente tomado y descontrolado le decía: viejo alcahuete, milico torturador, homosexual.
El veterano Gianola reía con esa voz gruesa y ronca y no parecía hacer mucho caso de los dichos de un muchacho pasado de copas, mas parecido a un sobrino que a un enemigo. Si habría sabido ese militar de enemigos como para desbordarlo en una reunión de camaradería que le permitía mantener un dialogo abierto y a voz en cuello con estos insultos de ida y vuelta.
Marcelo seguía con la insistencia propia de un borracho: voy a agarrar a tu hija y la voy a partir al medio... Tengo un trabuco para tu hija que le va a encantar, viejo maricón, mientras Gianola reía y respondía con alguna otra respuesta: a vos no te dan los huevos para encarar ninguna mina.
Lo cierto es que una mañana, de esas que no hay ni una nube, que el mar se confunde con el cielo y el fresco tenue comienza a ceder ante el brillo del sol, cuando el movimiento de personas de todo tipo se hace sentir y el muelle esta desbordante de gente, cuando ya habíamos llegado la mayoría de los muchachos, cuando Marcelo aun no despertaba permaneciendo sentado en el murito, callado y tímido, cuando no había entrado en su personaje, cuando todo estaba servido como para iniciar una nueva isla, aparece Gianola manejando su auto junto a su hija que se baja para cambiar de volante; en ese momento se hace casi como un silencio en el muelle. La escena principal donde se dirigían todas las miradas esta en un auto parado en el medio de la calle con una hermosa alta, morocha mujer, short negro apretado en los muslos, parada una pierna en el piso otra en el auto con la puerta abierta, de lentes oscuros y mirando con la cabeza en alto hacia el mar como para que la bañara el sol caliente en toda su cara Gianola parado fuera del auto, brazos en jarra, grita desde el medio de la calle: "a ver bo Marcelo que te querías cojer a mi hija, acá la tenes, que te parece "?? !!
Ese fue el ultimo momento que vi a Marcelo, casi metido entre las baldosas de la vereda, no podía quedar mas pequeño, nunca mas tuvo fuerzas para hacer el menor de los comentarios ni el ni su personaje, sobrio o borracho nunca mas se metió con Gianola, creo que aprendió la lección.


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